domingo, 22 de agosto de 2010

El Patriarca Muere.

Los días siguientes a la liberación de Don Pancho fueron un esfuerzo continuo por volver a la normalidad. Sobra decir que todo ajuste que se hizo para borrar el recuerdo de aquellos angustiantes 13 días fue fútil; el daño ya estaba hecho, la tensión se sentía por todos lados. Se adivinaban ojos vigilantes cuidando cada paso de la familia, era una paranoia generalizada. Las marcas que deja un secuestro en una familia son indelebles en la memoria de la generación que le tocó vivirlo.

El plagio de mi abuelo había sido un parteaguas en la vida familiar.
Muchos factores se conjugaron para que ocurriera lo que después ocurrió:
  • Por una parte la angustia de que quisieran repetir con alguien más de la familia.
  • La certeza de que esa gente no se detendría pues de esa actividad era su modus vivendi.
  • La firme sospecha de que las mismas autoridades estaban recibiendo beneficios de esas actividades.
  • Las malas noticias de nuevos secuestros en los alrededores aun de gente que cercana a la familia.
  • Las tragedias que vivieron algunas familias al sufrir la perdida múltiple de un ser querido. Salió publicado en uno de esos periódicos de poca monta una historia de un secuestro que terminó con la incineración del secuestrado a manos de un miembro de la banda el cual a su vez quedó irremediablemente loco.

La que antes fuera una región tranquila y apacible de pronto se había convertido en un infierno inseguro y estresante donde el blanco era la gente trabajadora y honesta. Los victimarios de mi abuelo tenían armado un negocio familiar; cada miembro del clan tenía a su cargo alguna parte de la operación; ellos no se alejaron del pueblo cuando el rescate se entregó; seguirían paseándose por las calles y vigilando; buscando nuevas víctimas a quien secuestrar. Más tarde tocaría el turno a otra persona de apellido Ortiz, aunque no era pariente si era amigo cercano de mi abuelo.

Los secuestros no cesarían pronto, por intervención de autoridades ni mucho menos, sino hasta que a raíz de diferencias irreconciliables entre miembros de la banda, se fueron aniquilando unos a otros. Y como dice el dicho “Sin huesped no hay infección”.


Luchando por superarlo
En los días siguientes habría reuniones en la casa grande. Se juntaba la gente para darle la bienvenida a mi abuelo y a compartir tiempo con él; a expresarle su apoyo además del gusto que sentían de tenerlo de vuelta sano y salvo. Si bien él se desahogaba en parte contando la amarga experiencia vivida; creo no le dio tiempo de realmente superar el hecho, más aun cuando no tuvo ayuda profesional (léase: psicólogo y/o medicamentos). Nunca sabremos que pasaba por la mente de mi abuelo, que cargó en silencio con los detalles más sórdidos de su cautiverio, los cuales nunca reveló. Tampoco quiso denunciar ni identificar a sus captores.

Ahora muchos años después, visto en retrospectiva, hemos analizado y concluido que él nunca se recuperó del trauma y la angustia que le hicieron pasar. Tal vez se deprimió y lo íbamos perdiendo de a poco. La angustia irracional que un evento como esos provoca es razón más que suficiente para pensar en desaparecer para siempre de tu pueblo.


Viaje de ida.
Semanas habían pasado ya desde el día de la liberación; mi abuelo y mi abuela viajan a casa de su hijo Froylan en Los Ángeles para pasar unos días; la intensión es distraerse y olvidarse, en la medida de lo posible, lo que recién se había vivido. Los días en California pasan sin mayor contratiempo, son días para relajarse, para visitar, para conocer, para platicar y compartir con la familia. Como dije antes, los días pasan sin mayor dificultad, no había novedad en lo que ocurría en esa casa.

Es de noche, todos en la casa duermen después de haber cenado en familia.
Pancho tose, se levanta y va al baño.
Adela le pregunta “Que tienes Pancho?”
Sentía una opresión en el pecho.

A partir de ahí todo ocurre a un ritmo vertiginoso.
El afán por mantenerlo con vida resulta infructuoso
El diagnostico que dio el hospital es muerte por paro cardiaco.

Yo recuerdo una mañana que mi madre me despierta llorando, me da un beso y me dice “Panchin, panchin despierta, tu abuelito... se murió, se murió tu abuelito Pancho”. Después me abraza. Supongo que también lloré, no lo recuerdo. Nuevamente el punto de reunión era la casa de los abuelos. Esta vez hay muchísima más gente de la que halla yo visto junta nunca antes.


La casa de los abuelos.
La casa de los abuelos estaba ubicada en un solar grande, como de 40 metros de frente por 60 de fondo. Frente a ella pasa la carretera panamericana en dirección Norte-Sur. En la calle frente a la propiedad había un árbol enorme. Supongo que cuando ese árbol era pequeño alguien le puso una llanta de carro al rededor para retener el agua. Esa llanta hacia las veces de anillo constrictor pues estaba como a medio metro de altura del suelo aprisionando el tronco del árbol. La parte frontal del solar estaba resguardado por una barda de ladrillos y celosía

En la esquina noreste había un pequeño jardín y varias macetas sobre la barda. Más al sur había una palmera a la que le había caído un rayo destrozándole la copa y dejándola parcialmente chamuscada. Después de eso había un pedazo de patio empedrado, más al sur todavía, también en la parte de enfrente había varios arboles enormes de mango y arrayán, una fosa séptica, justo después de eso había unos plataneros y remataba la barda cambiado de material a piedra. Ahí mismo estaban una pileta chica, un antiguo lavadero y exactamente ahí era uno de los lugares donde los sapos de dos kilos pululaban (gracias al comentario de una prima es que logro refrescar ese recuerdo; pues era algo que estaba ya bastante bien empolvado en mi memoria). Ese era un espectáculo espeluznante y fascinante a la vez.

El agua del lavadero escurría por un tubo entre el cerco de piedra y cruzaba perpendicularmente de lado a lado el camino de acceso por donde entraban la maquinaria y los carros al enorme patio trasero. Un poco más allá estaba un pequeño arroyo, por el que casi nunca corría agua, excepto cuando recién había llovido y la poca agua que emanaba del lavadero y de la pileta de los sapos.

Detrás de la barda con las macetas y el jardincito estaba el cuarto de la televisión, el cual tenía una puerta exterior de lamina que llevaba al patio donde estaba la palmera quemada. Detrás del cuarto de televisión había una habitación que contenía una cama, ropero, una ventana que “miraba” al norte y una maquina de coser; tenía una puerta hacia el cuarto de televisión y otra más que se comunicaba al comedor.

Posterior a la palmera quemada estaba el pasillo cubierto que llevaba a la cocina, también mediante una puerta de metal. La cocina consistía de un pretil, una estufa, refrigerador, fregadero, un molino de mano, un zarzo, repisas de concreto donde se guardaban trastes y tinajas de barro con agua de río pasada por un filtro de cantera rosa... Que rica sabia esa agua! El comedor, o mejor dicho cocina-comedor era grande constaba de una mesa como de 10 sillas.

Detrás del área del patio empedrado, junto del pasillo estaba un cuartito de adobe; dentro de el había una cama, un ropero y varias repisas donde guardaban muchas cosas, entre ellas una colección de piedras que mi abuelo había recogido de diferentes lugares, ese es el cuarto que más curiosidad me daba visitar. Tenía una ventana con barrotes de hierro que miraba hacia donde se oculta el sol, una puerta al patio empedrado y otra más lo comunicaban con el cuarto grande.

Detrás de la hilera de mangos había una pequeña construcción que cumplía las funciones de baño con regadera y sanitarios. Frente de estos un cuarto con puerta que contenía las diferentes herramientas de mecánico, carpintero, electricista, etcétera que se requerían para completar trabajos simples. En mitad el patio había una ramada y bajo de ella un tractor viejo y cubetas de aceite, piezas de maquinaria y otros implementos agrícolas, la mayoría de ellos en desuso. En la esquina del la ramada, un árbol de tamarindo. Casi en esa misma dirección hacia el sur, estaba una letrina.

Aun más atrás había otro tejaban, este era más grande que el primero. En él habían varios equipos, una camioneta de redilas, un tractor verde y otro de color rojo, más latas de aceite, una camioneta amarilla, una rastra con discos y otras cosas más. A un lado estaba un tanque elevado que contenía combustible diésel. En la parte posterior del tejaban, a unos metros, había otra construcción de adobes que se usaba como granero y almacén. Justo detrás de este había una pileta enorme que almacenaba varios miles de litros de agua. En la esquina sureste de esta pileta estaba un arbusto seco, el cual alguna vez soñé adornado como árbol de navidad. Aun más atrás había varios arboles de guamuchil y guaje. La propiedad terminaba en cerco de alambre de púas junto a un camino de tierra que muy poco se usaba. Más allá comienza la pendiente del cerro y la densa vegetación


El cuarto más grande de la casa.
Detrás del patio empredado, entre el cuartito de adobe y el cuarto de herramienta estaba un cuarto enorme; el más nuevo de todos, construido con ladrillos, cemento y lamina de asbesto, tenía mosaico en el piso. Había una cama, un ropero, un par de sillas, un baúl; también recuerdo que había varios cuadros, una puerta daba al patio empedrado y otra más al cuartito de adobe.

Fue precisamente en esta habitación donde se realizó el velatorio a los restos de mi abuelo. Previo a eso se retiraron los muebles, para dar cabida a las ofrendas florales. Recuerdo ver a diferentes personas “hacer guardia” una y otra vez al rededor del ataúd metálico sellado de color azul acero. Una fotografía de mi abuelo reposaba sobre la tapa del mismo.


El ultimo adiós.
Durante la ceremonia de sepultura, un martes de febrero de 1987, si la memoria no me miente, estaba todo el pueblo en el cementerio para dar el ultimo adiós a Don Pancho. Asistimos prácticamente todos sus familiares; sus hijos, nietos, hermanos, primos y demás parientes cercanos y no tan cercanos. Había muchos de los que fueron sus amigos en las diferentes épocas de su vida. Jamás después de ese día recuerdo haber visto un funeral con tanta gente.

Vienen a mi mente imágenes de aquel día, estaban Moisés y Froylan tomando vídeo de todo lo que acontecía, Ramona capturaba los momentos con una cámara instantanea polaroid; querían que toda la familia se tomara fotos con el ataúd justo antes de ser sepultado... Yo no acepté retratarme, solo lloré y me retiré del lugar mientras mi madre me abrazaba.

Mi abuelo descansa en uno de los cuatro compartimentos que tiene la cripta, muy cerca de la puerta principal del cementerio y cerca también de la entrada a “el rincón”; tierra de sus amores, aquella por la cual había luchado tanto para defender, aquella que tanto le había dado y aquella que tanto le había arrebatado también.


Continuará...

sábado, 21 de agosto de 2010

Don Pancho no aparece...

Era prácticamente una actividad obligada que mi madre nos ordenara diariamente que teníamos que bañarnos; restregarnos las orejas, los codos, las rodillas; era obligado por su parte pues no voluntario por la nuestra. “Calidad es hacer las cosas bien desde la primera vez” mi madre tenia esto bien claro; si los brazos parecían, según sus palabras, “lomo de lagartija”, había que regresar y dar una segunda pasada para eliminar cualquier vestigio conspicuo de mugre o suciedad.

La siguiente actividad en el orden del día incluía la cena; una pieza de pan y un vaso con leche; una combinación aparentemente común y corriente, y digo que solo en apariencia, pues pan con leche saben a gloria después de un día extenuante lleno de interesantes actividades que un niño tiene completar en su apretada agenda diaria. Esos días están llenos de cosas buenas para recordar en la mente de cualquier chamaco aun después de mucho tiempo de haber dejado de ser un infante. Después del pan y la leche es la hora de ir a cepillarse los dientes y luego a dormir plácidamente sobre mi cama; recién bañado, limpio, fresco, con la panza llena y el corazón contento...

… Así transcurría la vida durante las noches estrelladas entre los plantíos de tabaco.


No aparece por ningún lugar.

- Mi madre: Federico, están tocando la puerta!
- Mi padre: Quien es?
- Afuera: Soy Joel.
- Mi padre (abriendo la puerta): Que paso? Que quieres?
- Joel: No esta mi papá aquí contigo?
- Mi padre: No, aquí no.
- Joel: Es que no lo encontramos.
- Mi padre: No está con mi mamá? O con Lupe? O con Hector Tirado?
- Joel: No, pensamos que estaba aquí, no la casa no está.
- Mi padre: Que??? Deja voy contigo...
- Mi madre: Vuelvanse dormir chiquillos...

… Otro día

- Mi madre: Despierten. A desayudar. Apurense y alistense que vamos a casa de tu abuelita Adelita.
- Yo: Que esta pasando? A donde vamos tan temprano? Por qué?
- Mi madre: Rápido ponte esto. Peinate!

Minutos después enfilamos hacia allá, caminando pues la casa de mi abuelita estaba a unos 200 metros hacia el sur sobre la misma calle.
Llegamos.
Orale! Aquí están todos.
¿Que pasa?
¿Aun no llega mi abuelito?
¿Que el caballo estaba solo, amarrado el “el rincón”?
¿Que la pecas regreso sola a la casa?
Yo no entiendo nada... Mejor me voy a jugar.
Y así entre juegos infantiles y verdades a medias en aquellos días me enteré de lo que significaba esa nueva y rara palabra...
¿Mamá, que significa secuestrar?
¿Mamá, quien secuestro a mi abuelito?
¿Mamá, por que no lo dejan que venga?


Solo queda esperar.

A partir de ese día la rutina diaria cambio drásticamente; ahora consistiría en levantarse temprano, ir a casa de mi abuelita, a veces desayunar allá junto con la demás familia, primos, tíos y vecinos. Esperar!
Las noches eran largas esperando, comentando lo sucedido; los vecinos y amigos de la familia preguntaban y deseaban que todo saliera bien y esperaban con nosotros. Otro día levantarse temprano y... Esperar!

No me enteré de muchos de los detalles de las negociaciones con los secuestradores. Solo sé que mis tíos, tías y mi padre tuvieron que vender muchas de sus pertenencias. Algunos tractores, varios automóviles, equipos agrícolas, sacrificar ahorros, inversiones y demás cosas de valor económico que hubiera a la mano.

Mi papá hizo trato por una camioneta Datsun azul de redilas blancas con un agente de ventas de bimbo. Allá fuimos a buscarlo hasta el quinto infierno para cerrar la operación con éxito. Mi madre vendió algunas joyas y puso a precio de descuento mucha de la mercancía que tenia en existencia en la tienda.


Nos conocían muy bien.

Los secuestradores hicieron gala del gran conocimiento que tenían acerca de nuestra familia, de los movimientos que realizábamos, de la cantidad, ubicación y condiciones en que se encontraban las tierras, la maquinaria y vehículos; lo cual desató sospechas de que alguien muy cercano a nosotros fuera estuviera coludido con ellos y que de hecho nos vigilaba. Esa sospecha nunca se comprobó, de hecho y por el bien de la familia, se decidió no investigar mas a fondo por esa linea.

Los secuestradores fueron muy puntuales en su exigencias y la forma en que debía ser entregado el dinero del rescate. Y así sucedió: con estricto apego a sus instrucciones, se realizó la entrega de la bolsa con el dinero reunido. Era Froylan quien, a pie, depositaría la bolsa en el lugar especificado y después regresaría siguiendo sus propios pasos. Otro de mis tíos lo esperaría a bordo de una camioneta. Después de entregado el paquete se retirarían del lugar y esperarían la liberación de mi abuelito, la cual ocurriría por la tarde o noche de ese mismo día


Esa noche.

Como era costumbre desde hacia ya varias noches, esperábamos, solo que esta vez la tensión esa mil veces mayor, no quedaba de otra mas que esperar...
Y esperábamos.
Yo estaba recargado en una la pared junto a la puerta de la cocina que daba al frente de la casa; junto a esa misma puerta estaba también la pecas. Afuera varios perros ladraban a lo lejos. La pecas alza las orejas y sale disparada desde esa puerta hasta la otra que da al patio trasero de la casa, atravesando la cocina sin que nada pueda detenerla. La pecas comienza a ladrar, a aullar y a correr como loca. Otros perros ladran, esta vez no tan lejos. La pecas va corriendo, ladra y regresa veloz, su ladrido es diferente, alguien se acerca; la pecas no lo atacará, es más, parece que le da la bienvenida. La pecas ladra feliz, ladra aquí junto a la puerta y corre de nuevo hacia la esquina del solar.

Nos quedamos en silencio y por un momento no reaccionamos.
De pronto mi abuelita dice “PANCHO”. Alguien mas grita “MI PAPA”.
Mi tío Froylan que estaba sentado en una de las sillas frente a la mesa se levanta como impulsado por un resorte tira la silla por un lado y sale corriendo.

La pecas y Joel son los primeros en recibir a mi abuelito que había regresado sano y salvo después de haber estado secuestrado por varios días; recuerdo verlos entrar: mi abuelito apoyándose en mi tío Joel y la pecas saltando a su alrededor, luego a mi abuelita Adelita estrechar a mi abuelito mientras lloraban a grito abierto. Vienen los abrazos de los demás miembros de la familia, los llantos de alegría, la felicidad por tenerlo de regreso.


Pasó el trago amargo

Durante los días siguientes mi abuelito poco a poco nos platica como fue para él todo aquello. Dice que lo soltaron al atardecer en la tierra de “el rincón” cerca del cementerio, como ya estaba oscureciendo miró varios bultos entre las tumbas y creyó que alguien había ido a recibirlo. Al acercarse no distingue a nadie, entonces decide seguir caminando rumbo a casa, pues ya era de noche.
Mientras camina, oye como ladraban los perros y al entrar al predio fue la pecas quien lo recibió saltando y moviendo el único trozito de cola que tenía.

Nos contó también que eran varios los secuestradores.
Que cuando él estaba sin la venda en los ojos ellos andaban encapuchados; que cuando él estaba vendado ellos se descubrían el rostro.
Que lo trataban “bien” en términos generales. Que le daban de comer.
Que platicaba con uno de ellos que era el mas joven; que para aquel entonces tendría escasos 18 o 19 años (en estos días, si es que se retiro de eso y aun vive, deberá rondar los 40 años) y que le aconsejaba que dejara esos negocios turbios.

Cuando la noticia de la liberación corrió, mucha gente vino a visitar a mi abuelito y a darle la bienvenida en los días siguientes.

Esa amarga experiencia había terminado. Lo bueno de todo aquello era que habíamos recuperado a mi abuelo y que ahora la familia estaba mas unida que nunca; así lo creímos entonces.

Continuará...

viernes, 13 de agosto de 2010

El Principio.


Una duda asalta a Carmen...

- Yo: ...QUE?
- Carmen: Y donde están el principio y el final?
- Yo: QUE? COMO?
- Carmen: Esto se parece a una historia que yo les contaría a mis pupilos para que ellos pongan el final que les venga en gana...
- Yo: mm no sé. Dejame meditarlo...

... Dos horas después.

- Yo: OK pues! Voy a contar la historia desde el principio. (O al menos desde donde yo considero que es el principio...)


El principio

Todo comienza durante un medio dia soleado entre los plantíos de tabaco del ejido Tierra Generosa en el estado de Nayarit.

Cumpliendo valientemente el encargo de mi madre de llevar comida caliente y recién preparada a mi padre que en esos momentos trabajaba en los plantíos de tabaco propiedad de mi tío el titerito; y digo valientemente porque hay que ser un mocoso valiente(o por lo inconsciente o medio loco; lo mismo da) para sortear montado en una bicicleta dos kilómetros de caminos deteriorados, a veces polvorientos y otras encharcados sin contar con que están atestados de zancudos; marcialmente organizados en formación de cientos o tal vez miles, hambrientos atacando sin miramientos y nublando la visibilidad de todo el que ose a transitar por esos intrincados senderos. Y que decir de los automovilistas que para no sentir, “lo duro y lo tupido del camino”, aceleran a fondo o de los tractoristas que transitan con su complejo de Mad-Max por todo lo alto...

- Mi madre: Andale chiquillo vente a comer para que después lleves lonche a tu papá...
- Yo: No! Mejor ponga más comida y yo como allá con él..
Y así fue... Todo transcurrió normal, como de costumbre. Cero sobresaltos(por favor no contar el trayecto por el camino) me zampé un poco de esa rica carne con chile que mi madre [aun hoy] prepara [y le sale tan deliciosa] acompañado tortillas de maíz recién hechas, un par de tacos de frijoles paseados con queso fresco, todo previamente recalentado en las brazas...

... después de comer me dispuse, como era normal en un niño de mi edad a jugar entre los surcos de las plantas de tabaco súper desarrolladas. Corría de arriba para abajo, de un lado para el otro mientras mi padre me gritaba que le ayudara a “desahijar” las plantas... Era típico ir al río y lanzar piedras, luego regresar corriendo hasta la ramada de “ensarte” donde el olor a tabaco secando era ta intenso que aun hoy lo recuerdo con tanta claridad e intensidad que casi diría que puedo tocarlo.

El caso es que al final del día terminaba todo impregnado por la goma de las plantas de tabaco; la ropa, las manos, la cara y el cabello: pegajosos, negros y chamagosos. Era actividad casi obligada para un chamaco de mi edad explorar toda la extensión y contenidos de la parcela, incluidas las navajas de la ramada de “ensarte”, y como era de esperarse, las agujas para construir las sartas de tabaco(ya algún día les contare la vez que me rebané un dedo por la mitad por andar de curioso).


No mi niño, hoy no

Como dije antes todo transcurría como de costumbre... Ya por la tarde, faltando unas pocas horas para caer el sol mi abuelo Pancho llega, como era también costumbre, en su caballo a visitar los plantíos de tabaco. El estaba solo de pasada pues en sus planes estaba el trabajar por el resto de la tarde en su huerto de hortalizas que el mismo había plantado en la parte posterior de la parcela “el rincón”.

Sabiendo que iría hasta allá y con el hambre de aventura de un chamaquito de escasos 5 o 6 años, extendí mis brazos y le pedí que me llevara. El solo respondió “No mi niño, hoy no”. Me di media vuelta aguantándome para no soltar el llanto, con los ojos llorosos y mis sueños rotos... Mi padre que había presenciado todo, me dijo “ven, ya casi nos vamos”. Mi padre y su padre intercambiaron un par de palabras más: “hay muchos zancudos allá”, le escuché decir a mi abuelo...

Tomando una vara del suelo y pretendiendo que era una reluciente espada laser me olvidé del asunto de acompañar a mi abuelo a “el rincón” tan rápidamente como un niño es capaz. Las sartas de tabaco iban y venían, se les daba vuelta, se les movía de lugar, para que “sequen parejo”; los zancudos estaban embravecidos. Que no había dicho mi abuelo que no me llevaba por la cantidad de zancudos en el rincón? Pues si aquí esta igual... mmjjj, en fin. Mejor me hubiera ido con él.


VAMONOS!!

Mi papá me grita que es hora de irnos, ya casi oscurece; solo queda la penumbra del día que se despide. Esta vez el regreso no representará un despliegue de valentía como la llegada pues usaremos la “cheyenne” guinda en lugar de la bici. Mi padre conduce. Arriba en el área de carga va la bicicleta; ahí mismo voy yo, cómodamente instalado para continuar la maravillosa experiencia de ser niño. No puede faltar mi recién adquirida "vara-espada-laser" que por momentos se convierte en ala de avión y otras veces es escudo anti-mosquitos... 10 minutos después estamos llegando a casa.

- Mi madre: a bañarse chiquillos (a mi hermano y a mi)
Luego a cenar; una pieza de pan y un vaso con leche como era costumbre. Ha sido un día lleno de interesantes actividades, lleno de cosas buenas para recordar en la mente de cualquier infante; hora de ir a cepillarse los dientes y a dormir.

Ah, aun puedo recordar la sensación acostarme sobre mi cama recién bañado, limpio, fresco, con la panza llena y el corazón contento.

Así transcurría la vida durante las tardes soleadas entre los plantíos de tabaco, al menos así la recuerdo, de aquel "yo" que era un chiquillo de mi edad hace mas de veinticinco años ya.

Continuará...

miércoles, 4 de agosto de 2010

Que dice que le dijeron.

Con la novedad de que ahora resulta que estoy acusado de ser el co-autor intelectual de robo en lugar cerrado de una computadora; junto con mi hermano y el licenciado (original no pirata) que nos defiende en el caso 258/2007, el cual se nos sigue por un supuesto despojo en contra del tiburón (Froylan). A la “mais” y eso como fue? Como ocurrió? Cuando hice eso?


El chisme...

En la declaración de “J” hay una sarta de tonterías inexplicables que no deberían sustentarse como argumento valido delante del Ministerio Publico, pero que... Bueno, aquí se cuecen habas! Para empezar la denuncia esta basada en dichos de terceros que son inidentificables e ilocalizables. Que pinche casualidad!

  • Que dice “J” que le dijeron que ya saben quien le dijo al autor material que se metiera a robar... Eso dice.
  •  
  • Que dice “J” que dicen las personas que le dijeron lo anterior que dicen que no quieren que diga sus nombres porque dicen que nos tienen miedo... Eso dice que dicen.
  •  
  • Que dice “J” que la información que usamos como prueba documental para denunciarlo por USURPACION DE PROFESIONES no existía en ninguna otra parte mas que en la supuestamente robada computadora... Eso dice.
  •  
  • Que dice “J” que esta muy seguro de sus invenciones... Eso dice.
  •  
  • Dicen que dice “J” que va a presentar al autor material para que diga lo que “J” le dijo que dijera... A huevo! Las cabras tiran pa'l monte!
  •  
  • Según dicen, el plan es fabricarnos un delito de robo que evidentemente nosotros no cometimos para así ellos poder presionarnos de retirar la denuncia por USURPACION DE PROFESIONES presentada en contra del honorable ciudadano “J”. Su plan perverso de negociación podría ser algo similar a: “ustedes me sueltan por usurpación y yo a cambio los suelto por robo”.

Si ya se! Es un chisme en forma de trabalenguas...


Su argumento

De todo esto se desprende que la piedra angular de la argumentación de “J” se basa en su razonamiento infantil de poseer información exclusiva que supuestamente no existe en ninguna otra parte del universo. (Nooo tu si que estas muy cu-ri-o-si-to!). Me explico: según manifiesta “J” en su denuncia, la información que usamos para denunciarlo por USURPACION, única y exclusivamente existía en su computadora llamado EVO (computador pues tiene nombre masculino)... Permiteme decirte coyotito, que esa información es de acceso publico y que tu nombre, antecedido por la palabra “LICENCIADO” aparece en repetidas ocasiones en el website del Boletín Judicial del Poder Judicial del Estado de Baja California.


O sea que EVO también viaja en el tiempo?

Sabemos que la denuncia inicial la presento el día 10 de febrero de 2010, o sea que es de suponer que se la robaron antes de esa fecha. Ahora supongamos que es verdad que “J” fuera afecto de documentar y organizar de forma casi obsesiva las diligencias a las que asiste ordenándolas por el criterio que sea, no importa. Y supongamos además que EVO fuera una de las fuentes de la citada información.

Como explicas coyotito que el extracto del Boletín Judicial que presentamos al MP para denunciarte por USURPACION DE PROFESIONES contenga datos de fechas posteriores? Ejemplo (fragmento): 11 DE MARZO DE 2010, EDICTO “... ESCRITO PRESENTADO POR EL LICENCIADO J. JESUS CORONA JIMENEZ... ”

A menos queee... EVO viaje al futuro y recolecte información de los casos en los que “J” a la postre litigará; además EVO debe ser capaz de almacenarlos en su memoria y después regresar al presente sin sufrir estragos cuánticos ni similares... Nah, muy complicado!


La realidad no es tan intrincada después de todo

De hecho es muy simple y sencilla. Nosotros NO sustrajimos a EVO ni lo hicimos sustraer por un tercero ni para que soltara la sopa ni para ninguna otra finalidad; esas son más turbaciones mentales tuyas coyotito, no era necesario antes, ni lo es ahora pues la información está a la vista de todos, ordenada por fecha en: http://www.poder-judicial-bc.gob.mx/boletin/boletin.htm. Lo único que hicimos es consultar esta pagina e imprimir los resultados en una hoja de papel. De hecho aun la consulto casi a diario.

Ah y no creo que EVO sea capaz de saltar al futuro y regresar...
Tus argumentos nomas no cuadran “J”.


Ciudad Guadalupe Victoria,
Mexicali Baja California, México.
4 de agosto de 2010.

domingo, 1 de agosto de 2010

Coyote no abogado!

Corría el año de 2007 cuando nos enteramos que Froylan había contratado al mejor licenciado que sus dolares le pudieron conseguir, el cual cuenta con más de 10 años de amplia experiencia en asuntos civiles, penales, divorcios, asociaciones religiosas, etcétera. Nada mas y nada menos el honorable ciudadano J. Jesús Corona Jimenez...

- Que querrá decir “J.” ??
- Acaso es abreviación de Juancho, Jelipe o Juchipilo?
- No! No es abreviación de nada, ese es su primer nombre: “J”.
 - Como se pronuncia? “Gggg”? “Grrr”? “Jjjj”? “Jhhh”? Como?
- Se pronuncia como el nombre de la letra: “Jota”. Si, así: “Jota”.
 - Ahora que lo pienso, tener un nombre así seguramente provoca que hagas felices a las personas. Especialmente durante la edad escolar, supongo que era el blanco de atención de las inocentes bromas que todo adolescente le gusta gastar. Y por qué estoy contando todo esto del nombre?

Mejor volvamos al tema...

Un buen día, llegó hasta nuestros oídos un interesante rumor: “El abogado 'J' no es abogado, es coyote”. Al principio no le tomamos importancia creíamos que eso no tenia nada de extraordinario porque según lo que yo recordaba de las clases de civismo (y similares) impartidas por el profe Rivera en la prepa, “... cualquier persona te puede defender de acuerdo con la constitución”. Hasta ese punto el asunto parecía saldado; el coyote representaba tanto al tiburón(Froylan) como al pescadito que lo sigue a todas partes(Moisés) y no había nada que pudiéramos hacer al respecto...

Hubieron que pasar dos situaciones estresantes para que reconsideráramos revisitar la decisión tomada respecto del aboganster de Froylan.


Las dos gotas que derraman el vaso

El primero de ellos se suscitó en la sala de espera del Juzgado de Primera Instancia Penal... El coyote, en actitud “de divo”, intercambió varias palabras con mi hermano Hector, en el condensado de esta conversación resaltan un par de frases vertidas por el aboganster: “O me dan los nueve mil dolares o voy a meter a tu papá a la cárcel” y “Lo voy a acusar de instigador, eso no alcanza fianza” (singular primera persona). La discusión completa transcurrió frente a los sorprendidos y llorosos ojos de mi señora madre. Será el mismo Hector quien les después les relate a ustedes los detalles de lo que ocurrió en esa sala aquel día.

El segundo de los tragos amargos paso durante una de las diligencias realizadas en propiedad de mi padre... Don Fede, mientras filmaba los detalles de la diligencia, obviamente enfocaba a los presentes, entre ellos J. Jesús “chiva-flaca” Corona Jimenez. Es un hecho que mi padre arriesgaba la integridad funcional de su cámara por grabar el rostro de este personaje pues así muy fotogénico que digamos pues no es, más bien parece que el lente le trae tirria... También es más que evidente que mi padre ejercía su legítimo derecho de documentar lo que ocurría dentro de su propiedad durante esa diligencia. El punto es que mientras mi padre filmaba, “J” le obstruye la visión al lente con la mano, se acerca agresivamente a mi padre y alzando la voz le dice “Deje ya de grabarme... si me vuelve a grabar lo voy a demandar por espionaje...”


A la madre!!! Ahora si sacaste boleto.

Fue solo entonces cuando caímos en la cuenta de que algo no andaba bien, de hecho ese algo estaba muy muy mal, era hora de aprender algo nuevo, era hora de buscar, investigar y encontrar la manera de neutralizar al famoso “J”.

Para aquel entonces “J” se conducía de forma por demás altanera y manejaba un perfil bastante llamativo. Se paseaba plácidamente por el juzgado repartiendo dulces y besos entre las muchachas que trabajaban ahí; saludaba de abrazo a los demás licenciados y bromeaba con los funcionarios. Caminaba con orgullo, echaba un vistazo a las listas de acuerdos, firmaba documentos y seguía paseando sonriente; iba y venia “como perro por su casa”, entraba hasta la cocina sin que nadie pareciera percatarse del fétido olor a coyote que emanaba de él.

La primera pista nos la dio una vez mas las clases de civismo. Google nos digo donde encontrar mas información que buscábamos. Leímos y releímos el capitulo de garantías individuales de la Constitución Federal, la ley de profesiones del estado entre otras. Pasábamos de no saber nada a no entender ni madres y poco a poco a entender trozos inconexos.

Otra diligencia en propiedad de mi padre pareció acomodarnos las piezas para silenciar de una vez por todas a J. Jesús “el coyote” Corona. Ya en el ocaso de las actuaciones de aquel día, durante un intercambio "amigable" de argumentos a favor y en contra de lo asentado en el acta, mi hermano reprende con severidad al pseudo-abogado, diciendole “... Y tu te callas, que ni licenciado eres...”.

"J" se puso frío, pálido, luego rojo y azul, tocía en repetidas ocasiones, sonreía nervioso, sudaba, bueno hasta se le cayeron los chones (esto ultimo es sentido figurado eh). El ejercicio funcionó mejor de lo esperado pues permanece silente hasta el día de hoy; jamas ha vuelto a dirigirse a nosotros personalmente de forma altanera o irrespetuosa.

Silenciarlo era el objetivo inicial y se cumplió. Mas él también cumplió la amenaza de involucrar a mi padre en un delito que no cometió. Lo acusó de Despojo en modalidad instigador. Habíamos descuidado la guardia y nos dio un golpe bajo...


Operación Demolición.

En ese entonces “J” ya presentía lo que se avecinaba, dejó de acompañar al tiburón, incluso en las diligencias oficiales. Esquivaba la mirada y evadía estar presente en la misma sala que nosotros.

Reiniciamos la búsqueda y le preguntamos a “Yahoo” que hacer en casos como este. Yahoo responde, nosotros seguimos sus recomendaciones. El esfuerzo dio frutos: encontramos en la ley que varias conductas de “J” estaban tipificadas como delito.

En noviembre de 2008 solicitamos una carta de antecedentes profesionales a la Secretaría de Educación Publica a través del departamento de Profesiones del Estado de Baja California. Después de 2 formas echadas a perder, 5 visitas, como 20 llamadas telefónicas y 8 meses de espera, el departamento de profesiones por fin responde con documento oficial que confirmaba que en sus registros de cédulas profesionales no se encontraba ningún J. Jesús Corona Jimenez.


Confirmado, no es abogado!

“J” no tiene cédula y por lo tanto no la provee ni cuando uno se la pide, se ostenta públicamente como abogado y anuncia sus servicios. Ya solo hacia falta recolectar evidencia de que hubiera estado litigando en al menos un caso... Nuevamente internet ayudo bastante. Abrimos dos frentes de búsqueda: revisar el “Boletín Judicial” de arriba a abajo y consultar a la unidad de transparencia del Poder Judicial del Estado. Yo me hice cargo del primer frente, pasamos ocho meses más escudriñando la pagina del boletín judicial con muy buenos resultados; le encontramos un historial de más de cuarenta expedientes individuales, como al rededor de doscientas actuaciones en diez años de litigar sin cédula, ni título, ni carrera terminada; bueno con decir que el CENEVAL lo acaba de reprobar. Transparencia le proveyó a mi hermano suficiente evidencia adicional sobre las fechorías de “J”.

Al día de hoy (1 de agosto de 2010) no tiene cédula... Es más, no tiene título profesional y la carrera de Licenciado en Derecho recién la terminó en noviemnre de 2009 después de presentar examen en dos materias que debía desde sus tiernos años de estudiante universitario. Según me contaron, su graduación en el 2000 estuvo muy animada y elegante, si hasta fotos de él hay con toga y birrete... (oh! pero esto es secreto eh, favor de no divulgarlo pues su familia no lo sabe).

Actualmente, a “J” se le integra la averiguación previa numero 841/10/109/AP radicada en el Ministerio Publico de Ciudad Guadalupe Victoria km 43 y esta en espera de ser consignado por el delito de USURPACION DE PROFESION.

Nota final: No quiero imaginar que es lo que pasaría si Froylan se enterara de que le pagó carretillas de “verdes” a un coyote, a lo mejor se molestaría un poco son su cuñado Javier Quintero, pues fue este ultimo quien se lo recomendó por ser “la persona idónea para ese trabajo...” según sus propias palabras.