Era prácticamente una actividad obligada que mi madre nos ordenara diariamente que teníamos que bañarnos; restregarnos las orejas, los codos, las rodillas; era obligado por su parte pues no voluntario por la nuestra. “Calidad es hacer las cosas bien desde la primera vez” mi madre tenia esto bien claro; si los brazos parecían, según sus palabras, “lomo de lagartija”, había que regresar y dar una segunda pasada para eliminar cualquier vestigio conspicuo de mugre o suciedad.
La siguiente actividad en el orden del día incluía la cena; una pieza de pan y un vaso con leche; una combinación aparentemente común y corriente, y digo que solo en apariencia, pues pan con leche saben a gloria después de un día extenuante lleno de interesantes actividades que un niño tiene completar en su apretada agenda diaria. Esos días están llenos de cosas buenas para recordar en la mente de cualquier chamaco aun después de mucho tiempo de haber dejado de ser un infante. Después del pan y la leche es la hora de ir a cepillarse los dientes y luego a dormir plácidamente sobre mi cama; recién bañado, limpio, fresco, con la panza llena y el corazón contento...
… Así transcurría la vida durante las noches estrelladas entre los plantíos de tabaco.
No aparece por ningún lugar.
- Mi madre: Federico, están tocando la puerta!
- Mi padre: Quien es?
- Afuera: Soy Joel.
- Mi padre (abriendo la puerta): Que paso? Que quieres?
- Joel: No esta mi papá aquí contigo?
- Mi padre: No, aquí no.
- Joel: Es que no lo encontramos.
- Mi padre: No está con mi mamá? O con Lupe? O con Hector Tirado?
- Joel: No, pensamos que estaba aquí, no la casa no está.
- Mi padre: Que??? Deja voy contigo...
- Mi madre: Vuelvanse dormir chiquillos...
… Otro día
- Mi madre: Despierten. A desayudar. Apurense y alistense que vamos a casa de tu abuelita Adelita.
- Yo: Que esta pasando? A donde vamos tan temprano? Por qué?
- Mi madre: Rápido ponte esto. Peinate!
Minutos después enfilamos hacia allá, caminando pues la casa de mi abuelita estaba a unos 200 metros hacia el sur sobre la misma calle.
Llegamos.
Orale! Aquí están todos.
¿Que pasa?
¿Aun no llega mi abuelito?
¿Que el caballo estaba solo, amarrado el “el rincón”?
¿Que la pecas regreso sola a la casa?
Yo no entiendo nada... Mejor me voy a jugar.
Y así entre juegos infantiles y verdades a medias en aquellos días me enteré de lo que significaba esa nueva y rara palabra...
¿Mamá, que significa secuestrar?
¿Mamá, quien secuestro a mi abuelito?
¿Mamá, por que no lo dejan que venga?
Solo queda esperar.
A partir de ese día la rutina diaria cambio drásticamente; ahora consistiría en levantarse temprano, ir a casa de mi abuelita, a veces desayunar allá junto con la demás familia, primos, tíos y vecinos. Esperar!
Las noches eran largas esperando, comentando lo sucedido; los vecinos y amigos de la familia preguntaban y deseaban que todo saliera bien y esperaban con nosotros. Otro día levantarse temprano y... Esperar!
No me enteré de muchos de los detalles de las negociaciones con los secuestradores. Solo sé que mis tíos, tías y mi padre tuvieron que vender muchas de sus pertenencias. Algunos tractores, varios automóviles, equipos agrícolas, sacrificar ahorros, inversiones y demás cosas de valor económico que hubiera a la mano.
Mi papá hizo trato por una camioneta Datsun azul de redilas blancas con un agente de ventas de bimbo. Allá fuimos a buscarlo hasta el quinto infierno para cerrar la operación con éxito. Mi madre vendió algunas joyas y puso a precio de descuento mucha de la mercancía que tenia en existencia en la tienda.
Nos conocían muy bien.
Los secuestradores hicieron gala del gran conocimiento que tenían acerca de nuestra familia, de los movimientos que realizábamos, de la cantidad, ubicación y condiciones en que se encontraban las tierras, la maquinaria y vehículos; lo cual desató sospechas de que alguien muy cercano a nosotros fuera estuviera coludido con ellos y que de hecho nos vigilaba. Esa sospecha nunca se comprobó, de hecho y por el bien de la familia, se decidió no investigar mas a fondo por esa linea.
Los secuestradores fueron muy puntuales en su exigencias y la forma en que debía ser entregado el dinero del rescate. Y así sucedió: con estricto apego a sus instrucciones, se realizó la entrega de la bolsa con el dinero reunido. Era Froylan quien, a pie, depositaría la bolsa en el lugar especificado y después regresaría siguiendo sus propios pasos. Otro de mis tíos lo esperaría a bordo de una camioneta. Después de entregado el paquete se retirarían del lugar y esperarían la liberación de mi abuelito, la cual ocurriría por la tarde o noche de ese mismo día
Esa noche.
Como era costumbre desde hacia ya varias noches, esperábamos, solo que esta vez la tensión esa mil veces mayor, no quedaba de otra mas que esperar...
Y esperábamos.
Yo estaba recargado en una la pared junto a la puerta de la cocina que daba al frente de la casa; junto a esa misma puerta estaba también la pecas. Afuera varios perros ladraban a lo lejos. La pecas alza las orejas y sale disparada desde esa puerta hasta la otra que da al patio trasero de la casa, atravesando la cocina sin que nada pueda detenerla. La pecas comienza a ladrar, a aullar y a correr como loca. Otros perros ladran, esta vez no tan lejos. La pecas va corriendo, ladra y regresa veloz, su ladrido es diferente, alguien se acerca; la pecas no lo atacará, es más, parece que le da la bienvenida. La pecas ladra feliz, ladra aquí junto a la puerta y corre de nuevo hacia la esquina del solar.
Nos quedamos en silencio y por un momento no reaccionamos.
De pronto mi abuelita dice “PANCHO”. Alguien mas grita “MI PAPA”.
Mi tío Froylan que estaba sentado en una de las sillas frente a la mesa se levanta como impulsado por un resorte tira la silla por un lado y sale corriendo.
La pecas y Joel son los primeros en recibir a mi abuelito que había regresado sano y salvo después de haber estado secuestrado por varios días; recuerdo verlos entrar: mi abuelito apoyándose en mi tío Joel y la pecas saltando a su alrededor, luego a mi abuelita Adelita estrechar a mi abuelito mientras lloraban a grito abierto. Vienen los abrazos de los demás miembros de la familia, los llantos de alegría, la felicidad por tenerlo de regreso.
Pasó el trago amargo
Durante los días siguientes mi abuelito poco a poco nos platica como fue para él todo aquello. Dice que lo soltaron al atardecer en la tierra de “el rincón” cerca del cementerio, como ya estaba oscureciendo miró varios bultos entre las tumbas y creyó que alguien había ido a recibirlo. Al acercarse no distingue a nadie, entonces decide seguir caminando rumbo a casa, pues ya era de noche.
Mientras camina, oye como ladraban los perros y al entrar al predio fue la pecas quien lo recibió saltando y moviendo el único trozito de cola que tenía.
Nos contó también que eran varios los secuestradores.
Que cuando él estaba sin la venda en los ojos ellos andaban encapuchados; que cuando él estaba vendado ellos se descubrían el rostro.
Que lo trataban “bien” en términos generales. Que le daban de comer.
Que platicaba con uno de ellos que era el mas joven; que para aquel entonces tendría escasos 18 o 19 años (en estos días, si es que se retiro de eso y aun vive, deberá rondar los 40 años) y que le aconsejaba que dejara esos negocios turbios.
Cuando la noticia de la liberación corrió, mucha gente vino a visitar a mi abuelito y a darle la bienvenida en los días siguientes.
Esa amarga experiencia había terminado. Lo bueno de todo aquello era que habíamos recuperado a mi abuelo y que ahora la familia estaba mas unida que nunca; así lo creímos entonces.
Continuará...
4 comentarios:
esta historia si que me hizo remontarme a los dias en el ramcho, cuando todo era alegria la casa de los abuelitos era de lo mejor en las vacaciones. bueno excepto por el secuestro. pero la hora de la comida con el grito de mi abuelita "ya se lavaaaron las manos" ?ir al rio jugar en el tractor viejo ver los sapos, en la zanja cerca del lavadero....era otra cosa
Yo era muy pequeña en aquel entonces como para recordar lo sucedido, pero tu relato me estremeció, me transporto a ese momento y de alguna manera pude sentir la desesperación que sintió la familia.
No cabe duda que ese acontecimiento marcó la vida de todos, ya que a pesar del tiempo aún existen muchas dudas y recores, ya sin mi abuelito presente, serán muy dificil superar.
Me gusto mucho leer, esta interesante historia,sobre todo saber, que es una historia de la vida real,el desespero de una familia tan unida,de no saber donde esta su ser querido"SU ABUELITO PANCHO",es la angustia de no saber, si esta bien , si esta mal,el que sucedera, que pasara, bueno en fin estas cosas jamas deberian de suceder,pero pasa en muchas partes del mundo,Fernando, espero ansiosamente leer la continuacion gracias por compartir tu historia
Yo la verdad no recuerdo nada del secuestro pero que poca...
Despues de leerlo pues es muy desagradable saber por lo que mi abuelo y famila pasaron, eso me sirve para hacer consiencia y apreciar lo mucho o poco que uno tiene y por supuesto apreciar mas a my familia... saludos.
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